lunes, 31 de marzo de 2008

LA CLAVE DE LAS COSAS

El viernes estuve en el Ideal Bar. Manel, el barman, nada más verme entrar se me acerco con una sonrisa en la boca.
-A ti te estaba esperando –me dijo con la risa, imperturbable, en los labios.
-¿Y eso?
-Es que hace días que tengo un recorte de periódico para darte. Pero hoy resulta que me lo he olvidado en casa…
-Pues sí que vamos bien ¿no?
-Pero es igual, te lo explico yo directamente… El caso es que hace un año, más o menos, a un empleado de McDonal`s le tocó en la primitiva un millón y medio de euros.
-Pues muy bien… a vivir.
-Calla, calla. Resulta que el tío ha vuelto a trabajar al McDonal`s otra vez…
-¿Qué pasa, ya se ha gastado la pasta?
-Que va, que se aburría, el gilipolla, ¿y no se le ha ocurrido otra cosa que volver a trabajar?
-Mira Manel ponme un martini porque a mí es que me va a dar algo. Mira es que estas cosas deberían estar penadas… no sé, veinte años de cárcel o algo así.
El sábado después del desayuno con los colegas me fui al FNAC con Rafa, a ver si encontrábamos un libro que necesitaba. Fuimos al de la plaza Cataluña, que estaba atestado de gente. Mientras nos entreteníamos en la búsqueda que al final resultó inútil estuvimos comentando el nombramiento, como catalán del año, de Pascual Maragall.
-Oye Rafa, ¿pero esos premios quien los otorga?
-Creo que la gente, llaman por teléfono…
-Pues estamos apañados, tío. Es que yo no puedo comprender que se le otorguen tantas distinciones a un personaje como ese. Es que, este es un señor que se cree con derecho a todo solo por el hecho de haber nacido en casa bien, burgueses de dinero y nombre, ya sabes. Él y su mujer actuaron como dos absolutos desagradecidos dándose de baja de un partido que hizo que fuera varias veces alcalde de Barcelona y, finalmente, nefasto presidente de la Generalitat de Cataluña, cuando el PSC, harto de sus desmanes, le obligó a dejar la poltrona. Y a pesar de eso parece que nos haya salvado a todos del diluvio…
-¿Qué quieres? Así es la vida. De todas formas a alguien se lo tenían que dar.
-Ya pero había más gente ¿no? Oye que si nos ponemos así yo hubiera votado por la perrita Miky esa…
-¿Y esa quién es?
-Pues el chucho ese que sale por la tele, que sabe sumar y los meses del año…
-A ver, a ver, ¿cómo va eso?
-Pues nada hombre, te explico: A la perra le ponen un suma, por ejemplo, dos más dos y ella ladra cuatro veces, le dicen marzo y la Miky ladra tres veces, también le ponen varios números en una pizarra escritos en diferentes colores y le dicen el color y ella ladra el número de veces que corresponde a esa cifra. Después el dueño le da una galleta en forma de hueso y listo… Oye tú, que es impresionante la perra esa, y guapa que es, también.
-Mira Leo, no seas ingenuo, para entender eso hay que ponerse en el lugar del animal. ¿Tú te crees que a ella le importa algo que mes del año le digan o cuanto son cinco y dos?
-Hombre pues estoy seguro que no.
-Pues ahí estamos. Ella solo se quiere ganar la galleta y el dueño chupar una pasta hiendo a las televisiones.
-¿Y entonces cómo lo hace?
-Esas cosas siempre son sencillas. El dueño solo le enseña dos claves: Una para que empiece a ladrar y la otra para que se calle, de esa manera todos consiguen su objetivo.
-¡Pues claro! Que burro soy. Es evidente; a un gesto de la mano, por ejemplo, empieza a ladrar y con otro gesto se calla…
-Ahí está, lo has comprendido. A la perra solo le interesa la galleta.
Cuando nos separamos estoy un poco aturdido, no entiendo cómo se me escapan cosas tan sencillas como esa. Quizás ni el camarero del McDonal`s ni los que han votado a Maragall estén tan equivocados, quizás conocen alguna clave que yo ignoro.