sábado, 10 de mayo de 2008

MADRIZ 2 (el adiós)

Desayunamos en el Café Gijón. Tiene, como no podía ser de otra manera, una intensa sensación de mito antiguo y sólido. Los camareros visten con uniforme blanco y te miran con una cierta superioridad. En las paredes cuelgan pinturas y dibujos, casi todos ellos dedicados al local. Tomamos café con leche y porras mientras, desde la ventana, vemos como la gente camina por el paseo de Recoletos, lleno de casetas blancas; es la feria del libro antiguo. En una mesa algo distante de nosotros escucho una conversación en la que creo entender algo como: “…Oye que ya me encargo yo, de verdad, el tío ese nos tendrá que pagar los cuatrocientos machacantes como sea”. Me quedo más tranquilo. Vamos hasta la plaza Colón y después paseamos por la calle Serrano hasta la puerta de Alcalá. En la puerta de una tienda que vende ropa de un diseñador italiano de modales amanerados y rostro hierático, dos chicas fuman con avidez dando esporádicas miradas al interior del local.
-Lo que es mío es mío, el hombre de las cejas de pico nos tendrá que dar los cuatrocientos, o las dependientas de Serrano nos pondremos en huelga –dice una de ellas.
Ni que decir tiene que yo me siento muy feliz con todos estos comentarios, por lo menos no estoy solo. En el museo Thyssen-Bornemisza hay una exposición de Modigliani a M. le gusta mucho el Amadeo ese. Bueno, a ella le gusta todo lo que huela a italiano, creo que tuvo un novio de allí o algo así. La sala en la que están los cuadros es algo agobiante pero Modigliani siempre es reconfortante.
Cogemos un Taxi que nos lleva a la plaza del sol, pasamos por delante del Hotel Ritz y de Chicote. Estos nombres me traen muchos recuerdos no vividos. Los vivieron John Dos Passos, Hemingway, Robert Capa y una larguísima lista de personajes que pulularon por aquel Madrid de leyenda y de guerra civil, llenando nuestros recuerdos pendientes. No hace mucho estuve leyendo sobre la oscura historia de José Robles, el traductor y amigo de Dos Passos. Lo fusilaron después de un juicio en un consejo de guerra montado a toda prisa y propiciado por los enemigos, que el antiguo profesor de literatura de la Universidad Johns Hopkins, según parece, se había granjeado entre sus camaradas del bando republicano, que lo acusaron de traición a la República, según se explica en el libro de Eric Nepomuceno “Hemingway: Madrid no era una fiesta”. No obstante, John Dos Passos daba por seguro que lo había asesinado la NKVD, que era la policía secreta de Stalin para impedir que, Robles, revelara algún secreto del tuviera conocimiento. Lamentablemente eran tiempos muy difíciles y en los que la vida valía muy poco. Hemingway y dos Passos se convirtieron, por este suceso, en enemigos declarados y, John Dos Passos, en anti-comunista furibundo.
Cerca de la plaza del Sol nos encontramos con el escritor Arturo Pérez-Reverte. El tío va muy deprisa a la inauguración de un evento sobre el dos de mayo, creo, o sea que foto y adiós.
El domingo por la mañana bajamos del metro en La Latina. Caminamos hasta la plaza de Cascorro y nos perdemos entre las paradas del rastro. En muchos de los tenderetes había letreros en los que se reclamaban los cuatrocientos euros, me siento respaldado y contento. M. me dice que a las dos tenemos que coger el avión para regresar a Barcelona. Nos vamos.

Ver fotos en: www.fotolog.com/leocoyote1

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