lunes, 28 de julio de 2008

VACACIONES

El toldo nos protegía del sol pero no del calor. Se sentía un agradable olor a sardinas asadas y en la piscina un aparato que arrastraba una manguera se movía despacio expulsando agua por un fino tubo de plástico blanco. Yo tenía una sensación bastante surrealista al observar las tomateras emparradas en cañas al lado de la piscina azul e inmaculada. Bebíamos gin-tonic y discutíamos de política, nuestro tema preferido y tabú.
-Todo lo que me digas está muy bien Leo, pero lo cierto es que este gobierno no sabe hacer frente a la crisis.
-Ya, es que los otros lo harían mejor, donde va parar.
-Pues aunque lo digas con ese retintín, seguro que lo harían mejor –terció el notario.
-Esto se va todo al carajo –dijo Luis.
-Nos veremos todos en la cola del paro –dijo el médico.
-Son tiempos malos, de eso no hay ninguna duda –sentenció M.
-Y vendrán peores –remató Ana.
-Ya, peores. Yo creo que vosotros lo que necesitáis son unas buenas vacaciones… Ya me entendéis: playa, tumbona, topless, bebidas heladas con sombrillitas y todo el rollo…
Y, en eso, todos estuvieron de acuerdo.
Nos vemos en septiembre.

jueves, 10 de julio de 2008

JAN LAPORTA

No he resistido la tentación, precisamente estos días, de volver a ver por enésima vez la película El hombre que pudo reinar. Sí solo pudiera escoger una, sin duda seria esta. Es una película de apellidos: Huston (Jhon), el director. Connery (Sean) y Caine (Michael), dos de sus actores. Kipling (Rudyard), la historia está basada en uno de sus relatos cortos. Con estos mimbres casi es imposible hacer un mal producto. No voy a destripar la trama porque sí yo no hubiera visto la película no me gustaría que nadie me la estropeara pero si explicaré algo de su mensaje que es, en definitiva, lo que me tiene enganchado. Habla sobre la fragilidad de nuestro destino y, sobre todo, de lo efímero que casi siempre resulta el poder y sobre la importancia de ser conscientes de que cuando se llega a él, es de manera transitoria y realmente no te pertenece, es solo un trance, quizás solo un lance más de la vida que habría que identificar y aprovechar sin creernos elegidos para la gloría permanente.
Siempre he pensado en esa película cuando veo como han acabado muchos de los poderosos de nuestro panorama: Mario Conde, de la Rosa, los alcaldes corruptos de toda España… y una larga lista de personajillos que todos tenemos en la cabeza. Pero ninguno se ajusta mejor al prototipo de la historia de Kipling que Jan Laporta.
Este hombre llegó al Barça con un magnifico proyecto, un sólido equipo y el apoyo mayoritario de los socios. No tardó mucho en desprenderse de parte de sus colegas de junta, supongo que de los más contestarios, de los que poseían ideas propias y tenían la osadía de querer llevarlas a cabo y desde entonces hasta ahora, apoyado por unos éxitos deportivos incuestionables, este señor permanece aferrado al poder de una forma que, en este momento, ya resulta patética; creyéndose dueño del club y de su destino para siempre.
No cometeré el pecado de recomendarle la película, ahora ya no tiene remedio.