jueves, 10 de julio de 2008

JAN LAPORTA

No he resistido la tentación, precisamente estos días, de volver a ver por enésima vez la película El hombre que pudo reinar. Sí solo pudiera escoger una, sin duda seria esta. Es una película de apellidos: Huston (Jhon), el director. Connery (Sean) y Caine (Michael), dos de sus actores. Kipling (Rudyard), la historia está basada en uno de sus relatos cortos. Con estos mimbres casi es imposible hacer un mal producto. No voy a destripar la trama porque sí yo no hubiera visto la película no me gustaría que nadie me la estropeara pero si explicaré algo de su mensaje que es, en definitiva, lo que me tiene enganchado. Habla sobre la fragilidad de nuestro destino y, sobre todo, de lo efímero que casi siempre resulta el poder y sobre la importancia de ser conscientes de que cuando se llega a él, es de manera transitoria y realmente no te pertenece, es solo un trance, quizás solo un lance más de la vida que habría que identificar y aprovechar sin creernos elegidos para la gloría permanente.
Siempre he pensado en esa película cuando veo como han acabado muchos de los poderosos de nuestro panorama: Mario Conde, de la Rosa, los alcaldes corruptos de toda España… y una larga lista de personajillos que todos tenemos en la cabeza. Pero ninguno se ajusta mejor al prototipo de la historia de Kipling que Jan Laporta.
Este hombre llegó al Barça con un magnifico proyecto, un sólido equipo y el apoyo mayoritario de los socios. No tardó mucho en desprenderse de parte de sus colegas de junta, supongo que de los más contestarios, de los que poseían ideas propias y tenían la osadía de querer llevarlas a cabo y desde entonces hasta ahora, apoyado por unos éxitos deportivos incuestionables, este señor permanece aferrado al poder de una forma que, en este momento, ya resulta patética; creyéndose dueño del club y de su destino para siempre.
No cometeré el pecado de recomendarle la película, ahora ya no tiene remedio.

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