domingo, 28 de septiembre de 2008

SOCIALISMO FINANCIERO

Finalmente parece que se han puesto de acuerdo, demócratas y republicanos, para aprobar el plan que permitirá comprar, a los bancos los activos tóxicos, que emponzoñan sus balances para que sigan ganando dinero. Pero, las cosas no son tan sencillas, la realidad es más dura. No basta con decir vamos a rescatar a los bancos y las aseguradoras de Wall Estreet con dinero público y ya está, no. El senado no se fía ni demócratas ni republicanos, como será este señor Bush que ni los suyos se fían de él, lo cierto es que estamos todos pillados y es bueno que se haya aprobado el plan de rescate. Pero la sospecha está ahí y muchos contribuyentes americanos perciben que, parte de ese dinero, irá a parar a los bolsillos de los ejecutivos, en forma de indemnización. Y ya es lo que faltaba: ¡Ellos son los auténticos culpables de la situación! Sí encima los indemnizan, apaga y vámonos.
La otra paradoja es que aquí todos quieren salvar a los grandes monstruos económicos pero… y la pobre gente que no puede pagar su hipoteca, a esos ¿quién los salva? Henry Paulson, en sus explicaciones, sobre la reacción en cadena que provocaron la hipotecas subprime y la necesidad de gastarse 700.000 millones de dólares para comprar activos tóxicos que en este momento están sin liquidez, utilizó un lenguaje muy creativo, dijo: “Esto no es un gasto es una inversión”. Me parece muy bien, pero, ¿qué contrapartidas sacaran los pobres desgraciados que se van a quedar sin casa y sin dinero?
Esto del socialismo financiero es lo que tiene, que solo entiende de una clase social, la de siempre, la de los ricos. Aquí en nuestra querida patria el ínclito Gerardo Díaz, presidente de la CEOE, nos sigue dando lecciones de buena gestión económica y social. Ahora dice que hay que abaratar el despido, es su solución. Es decir, que a las empresas que lo han hecho mal y tienen pérdidas, que el estado les ayude con el dinero de todos y a los que, con sus impuestos, van a pagar parte del desaguisado, que los echen a la calle sin un céntimo. Hay que tener la cara muy dura para ser capaz de decir esas cosas. Espero que a este tipo lo echen de donde está lo antes posible. Y a los de Wall Street habrá que enviarles a la policía para vigilarlos.

Fotos: www.fotolog.com/leocoyote1

domingo, 21 de septiembre de 2008

DEL CRASH A LA EUFORIA

Aquel tipo caminaba por la abarrotada acera de Walt street, era un día frio de otoño de 1929. Llevaba las manos en los bolsillos, la cabeza agachada y el rostro marcado por una honda preocupación. Iba andando despacio en dirección al puente de Brooklyn. Tres cuartos de hora más tarde, un amigo suyo que lo había visto marchar, lo vio regresar.
-¿Qué, ya estas de vuelta?
-Pues sí, ya estoy aquí otra vez.
-Un paseíto para soportar los malos momento, ¿no?
-No. He ido al puente de Brooklyn para tirarme, estoy absolutamente arruinado.
-Ya, son tiempos muy malos. ¿Y te has arrepentido en el último momento?
-No, que va, no. Es que no he podido saltar porque había cola de gente queriendo matarse y me he dado la vuelta.
Esta anécdota, que no sé donde la he leído, siempre me ha gustado porque refleja un aspecto casi cómico de un hecho absolutamente trágico.
Leí, hace años, el libro “El crash del 29” de John Kenneth Galbraith. Analiza, el profesor de economía de Cambridge, los hechos que precedieron a la gran depresión de los años 30. Explica como el boom inmobiliario de Florida y el espejismo por el dinero fácil, provocaron aquel desastre. ¿Os suena de algo todo esto? El libro es una autentica delicia que se lee como una novela y, francamente, no puede estar más de actualidad. Os lo recomiendo.
Aunque lo de ahora, me parece a mí, es mucho más complicado. Está todo más enrevesado y a los golfos de siempre, los que han existido en todas las épocas, se le suman unos reguladores que están ciegos y un complejísimo entramado de derivados que no deben entender ni los emisores ni, por supuesto, los compradores. Un ejemplo claro son los Bonos Hipotecarios. Y es que me da la sensación que nadie sabe ni cuantos se han emitido, ni quien los tiene, ni nada de nada, bueno… en lo que todos están de acuerdo es que, hoy, no valen nada, y ese es el problema. Leo en el suplemento Negocios del diario El País, que en los bares de Wall Street la frase que más se escucha es:
-¡¡Qué se jodan!!
Por cierto, he leído estos días un artículo que expone, aplicando La Teoría del Caos, cómo por culpa de un ataque de asma en los años ochenta, se ha desatado la crisis actual. Prometo explicároslo.
Ahora bien, de la debacle se ha pasado al paraíso en unas pocas horas. El viernes fue uno de los mejores días que ha vivido la bolsa en toda su historia la americana, la española y prácticamente la de todo el mundo. Sería conveniente no olvidar que el dinero que en este momento está moviendo esos mercados, llenos de especuladores, es dinero público y, por lo tanto, de todos los contribuyentes. Es decir socializamos las perdidas y nos embolsamos las ganancias.
En cuanto a lo que pasa en España; yo ya no doy crédito al enjambre de idioteces que se oyen en los últimos días, por ejemplo: lo que ha dicho el presidente de la CEOE, el señor Gerardo Díaz, que ha pedido que se suspenda momentáneamente el libre mercado para que, Papá Estado, se ocupe de solucionar las deudas y los problemas de la mala gestión de muchos de los zánganos y ladrones que están al frente de nuestras empresas. Lo pasmoso de todo esto es que, este señor, seguirá en su cargo tranquilamente sin ningún problema.
¿Nos hemos vuelto todos locos?

Fotos: www.fotolog.com/leocoyote1

domingo, 14 de septiembre de 2008

SEPTIEMBRE

Septiembre no ha traído nada nuevo. La crisis económica se agudiza mientras nuestro presidente Zapatero sale en estampida para regalarles a las inmobiliarias cientos de millones, del dinero de todos, para que superen sus crisis. Es decir cuando ellas ganan se embolsan el dinero y cuando pierden lo pagamos entre todos.
El señor Montilla, presidente de la Generalitat de Cataluña ha decidido regalarle al grupo Caprabo, ahora Erosky, dinero para que se lo gasten en sus cosas y hagan dumping a los pobres y sufridos tenderos, botiguers en catalán, que no reciben ayuda de nadie y que están condenados al más absoluto de los fracasos. Ni que decir tiene que ese dinero también es del de nuestros impuestos. Pues menos mal que estos dos son socialistas que si no, capaces eran de gasearnos a todos. Pero ya se sabe en España siempre se ha practicado el viejo adagio de salir corriendo a salvar al vencedor.
El señor Bush, nefasto presidente de los Estados Unidos, ha salido, ciscándose en años de liberalismo económico, a socorrer a los dos bancos hipotecarios, esos que tienen nombre de artistas de variedades: Freddy Mac y Fannie Mae y me temo que hará lo mismo con uno de los bancos de inversión más importante de América: Lehman Brothers; todos ellos afectados por las hipotecas subprime, con la misma teoría que nuestros próceres, procurar que al que siempre tuvo no le falte de nada pagando los contribuyentes, claro está.
El sábado, mientras desayunaba con la peña, Manel me explicó una historia que me sorprendió y me divirtió a la vez, ¿qué más se puede pedir?
-Pues sí tú, me quede a cuadros. Resulta que el otro día me viene al despacho un cliente, tiene una hipoteca con nosotros. Es un buen hombre honrado y pagador pero… la crisis lo está jodiendo de verdad. Ahora no recuerdo pero creo que es colombiano… Total, que llega el hombre se sienta y me dice, todo serio: No puedo pagar el recibo de la hipoteca y le he traído la llave del piso para que disponga de él.
-¿Cómo? –Le dije sin dar crédito a lo que oía.
-Pues eso, que me dejo la llave encima de la mesa.
-Joder, pobre hombre.
-Pues sí, ya ves, él creía que con eso ya estaba todo solucionado.
Rafa, en su viaje por la provincia del Yucatán, en Méjico, encontró este bonito animal, que vivía tranquilo en su cuadra y al que le han puesto este precioso nombre (www.fotolog.com/leocoyote1).

sábado, 6 de septiembre de 2008

SERPIENTES DE VERANO

Siempre es curioso comprobar cómo las frases que mejor definen nuestro carácter no las escribimos ni las decimos nosotros mismos. Una de las que creo que se ajusta mucho a mí forma de ver las cosas, es la escrita por Anne Cumming en su libro El hábito del amor. “Solo estoy interesado en los aspectos positivos de la vida”. Por eso, de este verano no demasiado bueno, me quedo con dos noticias que me han tenido entretenido, divertido y a veces fascinado.
Una es la posibilidad de que la duquesa de Alba, una señora de ochenta y algún año, se quiera casar con un “pimpollo” de cincuenta y siete con aspecto de pijo trasnochado. El hecho de que se casen me parece muy bien, como no podía ser de otra manera, pero lo que me ha dejado perplejo es el tratamiento que la prensa del corazón a hecho del tema. Entre el maremágnum de comentarios de todo tipo desde el nombre justo de la profesión del individuo, para unos anticuario para otros chamarilero (al final resulta que es funcionario de la seguridad social), hasta sus, exactas, tendencias sexuales me han tenido en un sin vivir. Pero ya en el colmo del esperpento, la afirmación de que, la señora en cuestión, haya desistido de su propósito por la intervención del Rey de España me parece que supera todo lo aceptable. Y francamente, por el bien de la monarquía, espero que D. Juan Carlos de Borbón, Rey de España, haya tenido el buen tino de no meterse en la casa de nadie a arreglar sus asuntos maritales porque, si eso ha sucedido, habrá que promover la república de forma inmediata.
La segunda noticia es la del gastrónomo suizo Pascal Henry, que tuvo a bien desaparecer después de una opípara cena en el restaurante El Bulli; sacrosanta catedral del comer más cool, cosmopolita y sofisticado. Esto no hubiera merecido ningún comentario si no fuera porque el individuo en cuestión se marchó sin pagar y eso disparó todas las alarmas y es que, supongo, que del restaurante de Ferran Adrià y Juli Soler nadie se va sin abonar la cuenta. Esas cosas solo pasan en las casas de comidas en las que el menú cuesta doce euros y en los bares de barrio. La historia del tipo este me parece fascinante desde cualquier punto de vista. Se propone hacer un recorrido por todos los restaurantes del mundo que hayan conseguido la calificación de tres estrellas de la guía Michelin, comiendo o cenando cada día en uno; lo cual ya me parece una proeza imposible si tenemos en cuenta la dificultad que representa conseguir mesas en la mayoría de estos restaurantes (la mano mágica del gran Paul Bocuse en forma faxes a los distintos establecimientos parece ser que facilitó esto), las distancias geográficas, la resistencia del cuerpo humano a tamaña ingesta y, por supuesto, el coste económico que debe ser altísimo máxime si tenemos en cuenta que el Sr. Henry se gana la vida trabajando de mensajero, con una moto. Aunque el gastrónomo, cuando desapareció, ya había recorrido cuarenta restaurantes de los sesenta y ocho que tenía previstos. Con lo cual la hazaña ya es importante. Días más tarde, una cámara de seguridad de una agencia bancaria descubrió a Pascal sacando dinero en su ciudad, supongo que para gastárselo en alguna extraordinaria comida. Esto se solucionó la desaparición aunque no los motivos.
La historia no tiene desperdicio y en ella han intervenido la interpol, los Mossos de Escuadra, los grandes chefs del mundo, una editorial que quería publicar el libro con las experiencias gastronómicas del suizo, algunos blogueros y muchos periodistas que han tenido tema durante muchos días. A una de esas periodistas, especialista en temas gastronómicos, la he escuchado esta semana en la radio, comentando el tema Henry y a la pregunta del locutor: “¿Qué es un gastrónomo?” ella respondió, entre risas: “Nada, eso no es nada”.
Lamento decirle a esa señora, de la que no recuerdo el nombre, que no es cierto. Un gastrónomo es un señor que estudia la ciencia de la gastronomía que relaciona la cultura con los alimentos y visto de otra manera también podría ser: un sibarita, un comilón, un bon vivant… Gastrónomos fueron Néstor Lujan y Álvaro Cunqueiro para poner un ejemplo y, por supuesto y sin ninguna duda, el señor Pascal Henry también lo es.
Otro aspecto positivo de este verano es comprobar como Los Poble Sec Boys muestran su vigor en las playas del Caribe. Este es Rafa liquidando la producción de ron añejo de Méjico. Ver foto: www.fotolog.com/leocoyote1